Ahora mismo no recuerdo qué otras obras habré leído de este escritor, ni si he leído alguna, que a lo mejor ésta es la primera, con mi memoria nunca se sabe. Así que no puedo comparar su "evolución" como autor ni la mía como lector. Pero como Cortázar expresó maravillosamente en un artículo, yo soy de esos "realmente idiotas" que se emocionan con dos de uvas, para bien o para mal, así que puedo decir sin temor a sonrojarme -pues me siento orgulloso de pertenecer a la misma clasificación en la que se incluía el gran Julio- que me ha encantado este libro que he comenzado y terminado en un día; no porque sea corto, que no lo es, sino porque engancha de tal manera que no puedes dejarlo como si de un imán se tratara y tú fueras un simple objeto sin voluntad y hecho con sustancia férrica.
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