Nos cuenta la historia de una arqueóloga treintañera, Johanna, que está algo obsesionada con las piedras desde que era niña, a cuenta de un sueño que tuvo a la tierna edad de 8 años durante una visita al Monte San Miguel, en Normandía. En este sueño se le aparecía, tras la horrible visión de un crimen, un monje sin cabeza que le decía: “Ad accedendum ad caelum, terram fodere opportet” (Hay que cavar la tierra, para acceder al cielo).
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