En esta novela la historiadora del arte Carmen Güell se arriesga a mantener la leyenda de la decimotercera duquesa de Alba y sus amoríos con el pintor Francisco de Goya. Abre la novela, en su introducción, el 22 de julio de 1802, el día de la muerte de la duquesa, y nos va contando, en primera persona, su vida desde que era una niña hasta este momento.

Una mirada muy íntima y personal sobre una mujer que, pese a tenerlo todo materialmente hablando, nunca fue feliz pues le faltó el amor ya desde su más tierna infancia. Con un padre mujeriego y despegado, y una madre fría y calculadora más preocupada por su propia diversión y encumbramiento social que por su hija, sólo su aya y su abuelo le dieron el cariño que necesitaba. Casada por conveniencia con un primo para reunir los apellidos de la Casa de Alba, intentó al menos ser su amiga sin conseguirlo. Sin descendencia, traicionada por el que fue su gran amor, y sin encontrar lo que buscaba en los amantes sustitutivos que eligió, sintiéndose sola y deprimida, decide quitarse la vida tras una experiencia traumática y ridícula, en la que siente herido su orgullo de una forma irrevocable.

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